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La herida de injusticia

– Máscara – rígido –

Experimentar la inquietud es el peor enojo de quien tiene herida de injusticia, y es posible identificar a quienes la han vivido en su niñez al observar las reacciones desproporcionadas y neuróticas ante alguna situación injusta. Todas las personas en algún momento hemos vivido o presenciadas situaciones injustas, sin embargo a quienes tienen la herida les es imposible lidiar con ello y sus reacciones tienden a la autodestrucción. Una de las características más importantes es su gran temor a equivocarse y su tendencia a buscar la perfección, lo cual les trae muchas frustraciones y su gran reto para sanar es buscar la flexibilidad y la humildad.

  • Se esfuerza por ser siempre correcto.
  • Se obsesiona con la justicia.
  • Bloquea sus sentimientos.
  • Cruza los brazos con frecuencia.
  • Le gusta la limpieza y la disciplina.
  • Es intolerante con los errores.
  • Su voz es plana e inflexible.
  • No admite que tiene problemas.
  • Le resulta difícil de acoger a la gente, prefiere estar solo.
  • Cuando se disfruta de sí mismo, se siente culpable.
  • Tiene altas expectativas de su mismo y cruza sus límites.
  • Es sensible pero desarrolla un control sobre la sensibilidad para que pueda ser percibido como fuerte.

El sentimiento de injusticia entra en juego en hogares en los que los cuidadores principales son fríos y autoritarios. Una exigencia excesiva genera sentimientos de ineficiencia y de inutilidad, tanto en la niñez como en la edad adulta.

Albert Einstein sintetizó esta idea muy bien con su archiconocida frase “Todos somos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar a un árbol, viviría toda su vida creyendo que es estúpido”.

Como consecuencia, quien experimente este dolor, puede llegar a ser una persona rígida que no admita medias tintas en ningún orden de su vida. Suelen ser personas que intentan ser muy importantes y alcanzar un gran poder.

Es posible que se haya creado un fanatismo por el orden, el perfeccionismo o, incluso, por el caos. La cuestión es que son personas que radicalizan sus ideas y, por ello, tienen dificultades para tomar decisiones con seguridad.

Para hacer frente a estos problemas hay que trabajar la suspicacia y la rigidez mental, con objeto de generar una mayor flexibilidad y permitir las confianza en los demás.

Al conocer esta herida del alma que puede afectar a nuestro bienestar, a nuestra salud y a nuestra capacidad para desarrollarnos como personas, podemos comenzar a sanarla.

Consecuencias de vivir herido

1. No vivir intimidad ya que al permitir el encuentro con el otro podría descubrir las partes vulnerables de la persona y esto sería muy peligroso para el niño que se está protegiendo.

2. Sentirnos vacíos constantemente ya que al vivir sosteniendo la máscara no se permite el espacio para la expresión profunda del verdadero ser.

3. Genera historias repetitivas como consecuencia de vivir con la máscara puesta atraeremos las situaciones que nos recuerden que tenemos una herida sin resolver y será hasta que la máscara sea aceptada y resuelta que dejemos de vivir las mismas situaciones.

4. Negar y no llenar mis verdaderas necesidades ya que la máscara no permite el contacto con el verdadero ser, no es posible contactar con el yo más profundo.

5. Sobrevivir sin vivir la verdadera vida ya que las heridas se generaron en la niñez y podemos estar viviendo la vida con el niño interior herido al mando.

Los 5 retos de las heridas

1. Restablecer al verdadero yo, dejarle el consuelo, validar las heridas y dejar florecer el alma libre.

2. Desahogar el dolor, permitirse expresar el dolor que se generó en la infancia y ver el tamaño de la herida.

3. Fortalecer al adulto como el protector principal, es conectar al niño con el adulto para que se dé la nueva relación interna.

4. Dejar de reforzar el sistema del que provengo ya que es obsoleto, esto es importante porque al dejar de repetir o justificar la historia de la que provenimos hay mayor pronóstico de sanación.

5. Saciar el hambre que quedó pendiente, darle al niño el amor, el cuidado y la escucha que no recibió, desde el adulto que ahora soy.

Cuestionario para conocer si tienes la herida de injusticia

1.- ¿Sueles ser perfeccionista, estricto, rígido y cuadrado como tu mamá o papá?

2.- ¿Te cuesta pedir ayuda?

3.- ¿Te cuesta ser espontáneo y hacer cosas divertidas?

4.- ¿El orden, le estructura, la disciplina es lo tuyo?

5.- ¿Eres muy sensible pero te cuesta dejar salir tus emociones?

Si te resultan 3 o más de estas preguntas positivas tienes la herida de injusticia.

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