La herida de humillación
– Máscara – masoquista –
Los adultos que tuvieron experiencias de todo tipo de abusos, incluyendo el sexual, o experimentaron humillaciones, comparaciones o que fueron ridiculizados, avergonzados por su aspecto físico, por sus actitudes y/o comportamientos durante su niñez, suelen llevar esa carga a cuestas y la mayoría de la veces son seres inseguros, tímidos e indecisos que en lo más profundo de su ser se sienten culpables y no creen tener derechos elementales, e incluso pueden dudar de su derecho a existir. “El surgimiento de la herida de humillación se produce en el momento en que el niño siente que uno de sus padres se avergüenza de él” y como se considera a si mismo mal educado, desalmado, sucio o que vale menos que los demás, la persona con la descripción física de la máscara de masoquista desarrolla un cuerpo que también le avergüenza.
Considera a su madre como un enorme peso a cargar.
- Se avergüenza de sí mismo o de otras personas, por eso tiende a ocultarse.
- Está obsesionado con la limpieza, ropa perfecta y la forma en que se ve, para que otras personas no lo desprecien.
- Esconde los acontecimientos en su vida que parecen humillantes.
- No suele atender convenientemente sus necesidades.
- Se cree inferior a otras personas.
- Es fácilmente herido por la crítica y se siente humillado.
- Su mayor temor es la libertad.
- Atrae a personas que le hacen sentirse humillado/a. una mujer puede atraer a un hombre que coquetea con otras mujeres, un hombre puede atraer a una mujer que es muy provocativa para otros hombres.
- Voluntariamente ayudan a la gente, pero terminan convirtiéndose en sus “siervos”, porque creen que al ayudar a las personas lograrán que los valoren más.
- Se castigan a si mismos con la esperanza de castigar a su humillador.
- Busca situaciones en las que pueda olvidarse de si mismo.
- Come en exceso para compensar las cosas que faltan.
Esta herida se genera cuando sentimos que los demás nos desaprueban y nos critican. Podemos crear estos problemas en nuestros niños diciéndoles que son torpes, malos o unos pesados, así como aireando sus problemas ante los demás (algo que es, tristemente, muy común). Esto, sin duda, destruye la autoestima infantil y, por tanto, dificulta la posibilidad de cultivar un amor propio saludable, el tipo de personalidad que se genera con frecuencia en una personalidad dependiente. Además, podemos haber aprendido a ser “tiranos” y egoístas como un mecanismo de defensa, e incluso a humillar a los demás como escudo protector.
Haber sufrido este tipo de experiencias requiere que trabajemos nuestra independencia, nuestra libertad, la comprensión de nuestras necesidades y temores, así como nuestras prioridades.
Al conocer esta herida del alma que puede afectar a nuestro bienestar, a nuestra salud y a nuestra capacidad para desarrollarnos como personas, podemos comenzar a sanarla.
Consecuencias de vivir herido
1. No vivir intimidad ya que al permitir el encuentro con el otro podría descubrir las partes vulnerables de la persona y esto sería muy peligroso para el niño que se está protegiendo.
2. Sentirnos vacíos constantemente ya que al vivir sosteniendo la máscara no se permite el espacio para la expresión profunda del verdadero ser.
3. Genera historias repetitivas como consecuencia de vivir con la máscara puesta atraeremos las situaciones que nos recuerden que tenemos una herida sin resolver y será hasta que la máscara sea aceptada y resuelta que dejemos de vivir las mismas situaciones.
4. Negar y no llenar mis verdaderas necesidades ya que la máscara no permite el contacto con el verdadero ser, no es posible contactar con el yo más profundo.
5. Sobrevivir sin vivir la verdadera vida ya que las heridas se generaron en la niñez y podemos estar viviendo la vida con el niño interior herido al mando.
Los 5 retos de las heridas
1. Restablecer al verdadero yo, dejarle el consuelo, validar las heridas y dejar florecer el alma libre.
2. Desahogar el dolor, permitirse expresar el dolor que se generó en la infancia y ver el tamaño de la herida.
3. Fortalecer al adulto como el protector principal, es conectar al niño con el adulto para que se dé la nueva relación interna.
4. Dejar de reforzar el sistema del que provengo ya que es obsoleto, esto es importante porque al dejar de repetir o justificar la historia de la que provenimos hay mayor pronóstico de sanación.
5. Saciar el hambre que quedó pendiente, darle al niño el amor, el cuidado y la escucha que no recibió, desde el adulto que ahora soy.
Cuestionario para conocer si tienes la herida de humillación
1.- ¿De pronto te das cuenta que eres súper complaciente e incondicional con los otros?
2.- ¿Tu infancia, tu cuerpo, tu sexualidad te avergüenzan?
3.- ¿Te cuesta trabajo ver y llenar tu propias necesidades?
4.- ¿Tienes sobrepeso?
5.- ¿Sueles ser la ambulancia, paño de lágrimas y rescatadora de muchos?
Si te resultan 3 o más de estas preguntas positivas tienes la herida de humillación.
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